viernes, 28 de enero de 2011

Madres educadas, hijos extraordinarios.



 

Parte I

 

 

Por Francisco Grass

Agosto / 2010

 

La madre, además de sus obligaciones como cónyuge, tiene también el rol de institutriz, tutora, enfermera, nutricionista, chef, administradora económica, profesora doméstica, consejera sentimental, policía familiar, etcétera. Construye más amores sólidos con los hijos y más sólidos los amores.

 

No busca lo extraordinario, sino hace extraordinario lo ordinario. Actúa en el presente para cambiar el futuro. Asume la realidad que le toca vivir, pero siempre está dispuesta a seguir luchando para mejorarla. Ayuda a lograr un amor con una base sólida, con puntos muy buenos, como al sacar provecho de los conflictos y capitalizarlos.

 

Cuanto más educada esté una madre, más probabilidades de futuro éxito tienen sus hijos y por el contrario, cuanto menos educada esté, más probabilidades de fracaso existe. Los hijos que sobresalen, en cualquier ambiente, pobre o rico, son los que tienen una madre que ha transmitido con su ejemplo y con buenas lecciones didácticas lo que sabían, sentían y aprendían.

 

La mamá tiene que tener bien presente, que ante el desgraciado número de divorcios, cada día en aumento, tendrá que prepararse en caso de que le ocurra y prever soluciones para poder mantener y educar a sus pequeños, que probablemente se quedarán con ella. Por lo tanto, deberá prepararse económica, profesional y socialmente para disminuir el gran choque que supone esa nueva situación.

 

La madre junto al padre forman una unidad de destino y ambos tienen iguales funciones, innegociables e irrenunciables al educar a sus hijos. Podrán ceder la tarea de formar, pero nunca la responsabilidad de hacerlo. Pueden tener diferencias muy significativas sobre la educación de su descendencia en la forma, pero no en el fondo.

 

Esas diferencias tienen que ser complementarias, pero no les eximen de sus principales obligaciones. Algunas veces tendrán que actuar como el policía bueno y el policía malo, pero siempre de común acuerdo entre ellos y en beneficio de sus hijos.

 

La madre no tiene que ser tan perfeccionista que avinagre la existencia de los hijos por sus continuas reprimendas ante cualquier caso, por muy pequeño que sea. Debe tener el difícil criterio de saber estirar y soltar, como en la pesca de la trucha, hasta conseguir los objetivos que se haya propuesto. Ella tiene en sus genes la educación innata para la criar a sus hijos desde que nacen para abrirse paso en la vida, inculcándoles las virtudes y valores humanos que ella conozca y practique.

 

La madre debe aprovechar cada fallo de los hijos como ejemplo para dar un paso hacia su perfeccionamiento. Es más importante aprovechar el error para ayudarles a mejorar que para imponerles un castigo que, algunas veces, no lleva a que se den cuenta de las alternativas de superación que podrían haber aprendido. Tiene que ser realista y saber que lo importante no es mediar las veces que los hijos se caen, sino las veces en que ella ha contribuido a que se levanten.

 

Las madres tienen que poner el listón de la educación en lo más alto posible para que los hijos traten de alcanzarlo. Si bajan las expectativas de éxito en la educación religiosa, escolar, familiar y social, desgraciadamente es casi seguro que se cumplirán, aunque hubieran podido llegar mucho más lejos si se lo hubieran propuesto.

 

Los hijos no heredan de la madre solamente sus rasgos genéticos, sino también una gran parte de la buena o mala educación que tiene. Me refiero a la educación como conjunto de formación académica, religiosa, de virtudes y valores, familiar, social, artística, etcétera.

 

La madre representa las raíces familiares y hace que todo el entramado del árbol familiar tenga sus sustentos en esas raíces. Por eso dejan una impronta imborrable en la educación de los hijos, que se va consolidando a medida que pasan los años. Aunque pase el tiempo, ellos se siguen acordando de la mayoría de las cosas que les dijo su mamá.

 

El espíritu y la educación de la madre domina en sus pequeños, principalmente hasta la adolescencia, creando los cimientos necesarios para la vida que va a llevar. A partir de la adolescencia la figura del padre, de ordinario más razonable y menos instintiva, empieza a afianzarse en los conceptos educativos realizados por la madre.

 

Es fundamental que la madre esté equilibrada en los campos espiritual, físico y mental, para que su educación y la que proyecte sea la más provechosa para sus hijos. Si nota o le notan algún fallo en estos equilibrios debe poner los medios para corregirse, por el bien de sus hijos.

 

Según todos los estudios multidisciplinarios internacionales, está demostrado la gran influencia positiva que tienen las madres en el éxito o fracaso de los pequeños. Su éxito moral, económico y profesional depende principalmente de su educación. Desgraciadamente, muchos papás solamente se dedican a proveer de medios económicos a la familia, (cosa muy importante e imprescindible), pero son ellas las que se encargan de la formación.

 

Los padres tienen otras funciones muy importantes que complementan y equilibran las relaciones familiares. Entre otras, poner límites y asegurar que la educación que transmite la mamá, sea puesta en práctica.

 

Tres conceptos principales en la educación de las madres:

 

Espiritual: Es la principal inculcadora de la educación religiosa y formación de costumbres desde la cuna. Si les reza a sus pequeños una oración sencilla al levantarles, acostarles, darles de comer, salir de la casa, etcétera, ellos la van memorizando y así cuando empiezan a balbucear, ellas van introduciéndoles poco a poco las virtudes y valores humanos, para que se conviertan en costumbres, posteriormente en hábitos y finalmente sean una parte importante del quehacer diario de los hijos.

 

Físico: Cuidar su propia salud, su aspecto físico y alimentación, mirando bien los conceptos nutricionales, para usarlos con sus hijos en las prácticas alimentarias y en el mantenimiento de su salud, para que adquieran buenas costumbres alimenticias.

 

Mental: Buscar un buen equilibrio mental, para que se refleje en los hijos, evitando las alteraciones y posiciones fuera de control emocional, porque los hijos absorben todo y aprenden inmediatamente lo que ven y sienten, reflejándolo posteriormente en su comportamiento externo. Una madre sana mentalmente, va a promover también la salud mental en sus hijos y el amor incondicional, lo que les permitirá enfrentar la vida con fortaleza.

 

 

 

lunes, 24 de enero de 2011

La ciudad que fue pacificada

Antero Duks







Por: Paolo Coelho





Cuenta una vieja leyenda que cierta ciudad, situada entre las montañas de los Pirineos, era un verdadero reducto de traficantes, contrabandistas, y exiliados. El peor de estos criminales, un árabe llamado Ahab, tras ser convertido por Savin, un monje del lugar, decidió que aquella situación no podía prolongarse por más tiempo.





Como todos lo temían, pero no quería volver a usar su reputación de malvado para lograr sus objetivos, en ningún momento intentó convencer a nadie. Y esto porque conocía la naturaleza de los hombres: confundirían honestidad con debilidad, y enseguida su poder sería puesto en entredicho.





Lo que hizo fue llamar a algunos carpinteros de una aldea vecina, darles un papel con un dibujo, y mandarles que construyesen algo en el lugar donde hoy se encuentra la cruz que domina la población. Día y noche, durante diez días, los habitantes de la ciudad escucharon ruido de martillos, vieron a hombres serrando piezas de madera, preparando encajes, colocando tornillos.





Al cabo de diez días, el gigantesco rompecabezas estaba montado en medio de la plaza, cubierto con un velo. Ahab llamó a todos los habitantes para que presenciasen la inauguración del monumento.





Solemnemente, sin ningún tipo de discurso, descorrió el velo. Era una horca.





Con cuerda, trampilla y todo. Nuevecita, cubierta con cera de abejas, para que pudiese resistir durante mucho tiempo a la intemperie. Aprovechando que allí había una multitud aglomerada, Ahab leyó una serie de leyes que protegían a los agricultores, incentivaban la cría de ganado, premiaban a quien trajera nuevos negocios a la región, añadiendo que desde ese momento en adelante todos deberían conseguir un trabajo honrado o marcharse de la ciudad. No mencionó ni una sola vez el "monumento" que acababa de inaugurar. Ahab era un hombre que no creía en las amenazas.





Al final del encuentro se formaron varios grupos. A la mayoría le parecía que Ahab había sido engañado por el santo, que ya no tenía la misma valentía de antaño, y que era preciso matarlo. Durante los días siguientes, se trazaron muchos planes con ese objetivo. Pero todos se veían obligados a contemplar esa horca en mitad de la plaza, y se preguntaban: ¿Para qué la puso allí? ¿Acaso la montaron para ejecutar a los que no obedezcan las nuevas leyes? ¿Quién está del lado de Ahab, y quién no lo está? ¿Hay espías infiltrados entre nosotros?





La horca miraba a los hombres, y los hombres miraban a la horca. Poco a poco, el coraje inicial de los rebeldes fue dando lugar al miedo. Todos conocían la fama de Ahab, sabían que era implacable en sus decisiones. Algunas personas abandonaron la ciudad, otras se decidieron a probar los trabajos sugeridos, simplemente porque no tenían adonde ir, o como consecuencia de la sombra de aquel instrumento de muerte en el centro de la plaza. Algún tiempo después, el lugar estaba en paz, se convirtió en un importante foco de comercio en la frontera, comenzó a exportar la mejor lana y a producir trigo de primera calidad.





La horca permaneció allí durante diez años. La madera resistía bien, pero periódicamente se cambiaba la cuerda por otra nueva. Nunca llegó a usarse. Nunca Ahab pronunció ni una sola palabra sobre ella. Bastó su imagen para convertir el valor en miedo, la confianza en sospecha, las bravuconadas en susurros de conformidad. Transcurridos los diez años, cuando la ley finalmente imperaba en Viscos, Ahab mandó destruirla y construir, en su lugar, una cruz.



jueves, 20 de enero de 2011

Una reflexión sobre la igualdad


Por: Jesús Caudillo

Fuente: Yoinfluyo.com

 

 

La desigualdad es un problema, la igualdad una condición. La desigualdad es un problema cuando se trata de eliminar las diferencias que evitan que una persona viva en plenitud: pobreza, discriminación, violencia, entre otros fenómenos. El problema pendiente, entonces, es procurar que el individuo posea las oportunidades que le permitan estar en igualdad de circunstancias para cubrir sus necesidades básicas y desarrollarse en plenitud.

 

 

 I. CONCEPTO DE IGUALDAD: ORIGEN E IMPACTO

 

El siglo XIII Europa se caracterizó por el progreso técnico y científico conseguido por la ciencia de entonces. La época medieval había quedado atrás, aunque en gran medida continuaban vigentes algunas estructuras y sistemas de aquellos tiempos.

 

En política, la monarquía y el absolutismo eran formas de ejercer el poder que generaron resistencias veladas en algunos grupos sociales de la época. El racionalismo se impuso a la filosofía medieval, desarrollada en buena parte por Tomás de Aquino. Se dio paso a la disputa entre Dios y el hombre, entre la fe y la razón. Una parte de la cultura comenzaba a renunciar a las expresiones de fe por medio del arte. Eran nuevos tiempos, tiempos de cambio.

 

En ese contexto, la Francia del siglo XVIII fue sacudida por el movimiento político-social que habría de impactar, no sólo en ese país, sino en gran parte del mundo occidental. El régimen monárquico, heredado de la tradición hasta entonces imperante, el surgimiento de una nueva clase burguesa –económica y políticamente poderosa–, una clase popular oprimida justificaron lo que habría de venir.

 

De la mano de todo ello, el movimiento filosófico-político ilustrado capitalizó las circunstancias y teniendo como lema la proclama de "libertad, igualdad y fraternidad", modificó radicalmente la composición política, social y cultural de Francia.

 

Desde entonces, la igualdad, de la mano de la libertad y la fraternidad, se instituyó como un elemento sine qua non de la democracia moderna. Así lo asienta la Declaración Francesa de los Derechos del Hombre y del Ciudadano, firmada en agosto de 1789, cuando afirma: "Los hombres nacen y permanecen libres e iguales en derechos. Las distinciones sociales sólo pueden fundarse en la utilidad común".

 

Montesquieu, en su obra más importante, "Del espíritu de las leyes", explica que la democracia y los elementos que la constituyen tienen el objetivo central de dividir el poder para preservar la libertad real e indiscutible que poseen los individuos1.

 

El constitucionalista mexicano, Miguel Carbonell, indica que "la idea de igualdad estaba

estrechamente ligada, en la Francia de finales del siglo XVIII, al sentido del movimiento social que termina desembocando en la Revolución, pues uno de sus objetivos fundamentales era desterrar las diferencias entonces existentes entre la naturaleza, entre la realeza y el resto de los habitantes del Estado francés. Para lograrlo era necesario que quedara claro que la ley no debía permitir el otorgamiento de prebendas o privilegios para unos cuantos, sino proteger de manera igual los intereses generales" 2.

A este respecto, expone, el Artículo 6 de la Declaración de 1789 dice: "La ley es la expresión de la voluntad general. Todos los ciudadanos tienen el derecho de participar personalmente o por medio de sus representantes en su formación. Debe ser la misma para todos, tanto si protege como si castiga. Todos los ciudadanos, al ser iguales ante ella, son igualmente admisibles a todas las dignidades, puestos y empleos públicos, según su capacidad y sin otra distinción que la de sus virtudes y sus talentos" 3.

 

De este modo, el sistema democrático moderno tomó forma. La clave se fincó en la cesión de los derechos políticos al pueblo soberano y dejó de estar en manos de una oligarquía no representativa de los intereses mayoritarios.

 

Este modelo de gobierno fue importado e instaurado en la mayoría de los países de Europa y América. Con la consecuente y escalonada independencia de los países americanos, ocurridas casi todas ellas en el siglo XIX, el modelo democrático de gobierno, con el pensamiento ilustrado como fondo, llegó a América, México incluido. No obstante, los resultados aquí fueron muy distintos a los que se obtuvieron en Europa.

 

¿Cómo veían la Revolución Francesa los constituyentes de 1856, y qué aclimatación podían hacer de sus principios en un contexto tan distinto como era el México de mediados del siglo XIX?, se pregunta la profesora Jacqueline Covo. Y ella misma responde: "La ven con un entusiasmo que hace de Francia un punto de referencia" 4, de tal modo que la Constitución de  1857 quedó permeada del espíritu libertario, revolucionario e igualitario impreso en el corazón de la Francia liberal.

 

Con el paso del tiempo y el consecuente desarrollo del sistema político mexicano, con las cruentas disputas que por el poder protagonizaron liberales y conservadores, pareció que el ideal que dio forma a la aspiración de un país independiente, ordenado y en paz, se diluyó con la sangre del mexicano caído en batalla, asesinado por uno de los suyos.

 

 

II. DE CUANDO LA IGUALDAD PIERDE SENTIDO

 

Los efectos positivos que sin duda tuvo la expansión del modelo democrático en el mundo occidental, pasó por alto una premisa conceptual básica. El liberalismo que promueve los principios de libertad, igualdad y fraternidad parte de la preponderancia de la razón por encima de cualquier forma de conocimiento.

 

 Es decir, el mundo puede conocerse únicamente a través de la razón y al conocimiento sólo se puede acceder por medio de los sentidos, del empirismo incontrovertible. Este planteamiento es el que desarrolló el racionalismo de Descartes, que después fue recogido y adoptado por la Ilustración del siglo XVIII.

 

De este modo, el hombre ya no es un ser conformado por un cuerpo y un alma trascendente, como se aseguró desde el pensamiento católico. La razón, entonces, pasó a ser el eje central de la existencia, principio y fin, el nuevo Alfa y Omega, como si de hecho ésta fuera ilimitada.

 

"De la respuesta que el propio hombre dé a la pregunta '¿Qué es el hombre?' dependerá la configuración esencial de su cultura" 5, dice el académico Juan Louvier Calderón. Cuando el pensamiento ilustrado rompió con la visión integral del hombre, intuida por la filosofía griega y conceptualizada con claridad por Agustín de Hipona y Tomás de Aquino, entre otros, rompió también con una parte del hecho de ser persona.

 

Fue el propio Tomás de Aquino quien definió a la esencia como "aquello que constituye a una cosa en su propio género o especie, es lo que se significa por la definición, que enuncia lo que la cosa es" 6 . Si el hombre en algún momento de la historia fue entendido como un ser compuesto de cuerpo y alma, hecho a imagen y semejanza de Dios, la igualdad entre individuos radicaba en que provenían de un mismo origen y tenían un mismo destino.

 

Cuando el hombre pasó a ser definido por el pensamiento ilustrado como un ser racional, la igualdad se fincó en circunstancias, situaciones y problemas, no en el ser mismo del hombre. Dicho de otro modo, desde el cristianismo el sentido de la igualdad está en los individuos por el hecho de ser personas; a partir de la visión liberal, el sentido de la igualdad está en la periferia del hombre, no en el hombre mismo. La clave, entonces, radica en la definición que del hombre se tenga como base en el desarrollo del pensamiento filosófico, político, social y económico.

 

Luigi Ferrajoli, famoso jurista italiano y estudioso de la igualdad en el espacio público, es un buen ejemplo de lo anterior. Muy al corriente del pensamiento contemporáneo, definido por Gilles Lipovetsky como el propio de los tiempos hipermodernos, Ferrajoli ha distinguido entre "diferencia" y "diferencias" en su documento Igualdad y diferencia 7.

 

El primer concepto es la diferencia de sexo que existe entre los individuos integrantes de una sociedad. Esta diferencia sostiene al resto de las diferencias de identidad (de lengua, etnia, religión, opiniones políticas y similares). Ferrajoli diferencia las civilizaciones cuyas leyes respetan y "valoran" las diferencias, y las que niegan esa diversidad que enriquece al espacio público, señalando como ideal aquel primer modelo.

 

Esta visión, según Ferrajoli, en vez de ser indiferente o intolerante con las diferencias, garantiza a todas su libre afirmación porque no las deja a merced de la medición de fuerzas entre los actores públicos. Además, no privilegia ni discrimina ninguna diferencia, sino que las asume a todas como dotadas de igual valor y prescribe para todas igual respeto y tratamiento.

 

La perspectiva en cuestión entiende a la igualdad en los derechos fundamentales como el igual derecho de todos a la afirmación y a la tutela de la propia identidad. Aunque la norma es la igualdad, el hecho es que la diferencia, mal llamada desigualdad, viene a ser una realidad contemplada en este planteamiento.

 

El respeto a la dignidad de la persona es la clave para eliminar todo rastro de confusión que sin duda genera luchar por la igualdad entre los individuos a partir de su situación y circunstancias. Es decir, el punto de partida de la lucha por la igualdad está en el reconocimiento del otro en tanto igual.

 

Igualdad, por cierto, que se funda en el hecho de ser humano y no de ser, por ejemplo, campesino, político, ama de casa, homosexual, hombre o mujer. Antes de jugar cualquier rol social, antes de relacionarnos con el otro, las personas somos seres humanos que estamos hermanados en esencia. Ahí radica la igualdad. Buscar la igualdad a partir de la desigualdad condicionante es un esfuerzo que no obtendrá réditos. Esto no quiere decir, sin embargo, que la lucha por la igualdad deba cesar.

 

 

III. IGUALDAD, SOLIDARIDAD Y SUBSIDIARIDAD, A SERVICIO DEL BIEN COMÚN

 

La desigualdad es un problema, la igualdad una condición. Para explicar lo anterior, no debe perderse de vista que es necesario tener clara la concepción de ser humano de la que se parte, porque de otro modo puede atribuirse como asunto de desigualdad algo que no lo es necesariamente.

 

La desigualdad es un problema cuando se trata de eliminar las diferencias que evitan que una persona viva en plenitud: pobreza, discriminación, violencia, entre otros fenómenos. El problema pendiente, entonces, es procurar que el individuo posea las oportunidades que le permitan estar en igualdad de circunstancias para cubrir sus necesidades básicas y desarrollarse en plenitud.

 

Por otra parte, la igualdad es una condición, dado que todos los individuos tienen la misma dignidad que les otorga ser persona. Por esta razón, más allá de sexo, raza, nacionalidad, creencias o preferencias, tamaño o edad, el Estado y las sociedades deben procurar que el respeto a la dignidad humana sea un imperativo. El género humano es sólo uno, la comunidad humana es sólo una, la naturaleza del ser humano es única e indisoluble.

 

¿Qué hace iguales a los hombres? Que tienen la misma naturaleza, la misma esencia y el mismo destino. Las condiciones en las que se desarrollan las distintas sociedades humanas difieren entre sí, por lo que el elemento de cohesión que da sentido a la búsqueda de la igualdad es precisamente la naturaleza humana, el respeto a la dignidad personal de los individuos.

 

Cuando el Estado alude a la igualdad como justificación a ciertas decisiones políticas, debe preocuparse por hacer referencia al concepto de igualdad que responde a la esencia y naturaleza del ser humano.

 

Finalmente, a manera de conclusión, nos concentraremos en la desigualdad como problema y las oportunidades que ello puede arrojar para efectos de políticas públicas. La única forma con la que es posible combatir efectivamente la desigualdad es a partir de la subsidiariedad.

 

El Estado, y el gobierno concretamente, deben velar porque los individuos tengan los elementos necesarios para subsistir y desarrollarse plenamente.

 

El pensamiento humanista contemporáneo ofrece al mundo el concepto de subsidiariedad, entendida como el principio que asienta que el Estado ejecutará una labor orientada al bien común cuando advierte que los cuerpos intermedios no son capaces de realizar su labor de forma adecuada, sin distinguir la razón de su impedimento.

 

Por otra parte, la solidaridad es el principio por medio del cual un individuo se responsabiliza, no sólo de su conducta y bienestar, sino también de los de todas las personas que le rodean.

 

La propuesta es concreta: la desigualdad entre las personas terminará cuando éstas se responsabilicen unas de otras, entre sí, mutuamente. Terminará, asimismo, cuando el Estado supla institucionalmente las carencias individuales. Si se parte de la igualdad que reconoce la misma dignidad para todas las personas, las desigualdades pueden ser combatidas con mucha más contundencia. El Estado cuyas políticas gubernamentales se configuran en función del respeto y promoción de la dignidad humana están luchando justamente por la eliminación de las desigualdades.

 

El gobierno que se apuesta solidaria, subsidiariamente por eliminar desigualdades tiene garantizado el desarrollo, el progreso y la justicia. Es una alta aspiración, pero muy digna, muy necesaria para los tiempos que vivimos.

 

1 Véase Nicola Mateucci, Organización del poder y libertad. Historia del constitucionalismo moderno, Madrid, Trotta, 1998, en Miguel Carbonell, Una ley para el México del Siglo XXI, publicado en Ley Federal para evitar y prevenir la discriminación, Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación, México, 2009.

2 Op. cit.

3 Ver Eduardo García de Enterría, La lengua de los derechos. La formación del derecho público europeo tras la Revolución Francesa, Madrid, Alianza, 1994.

4 Jacqueline Covo,  La idea de la revolución francesa en el congreso constituyente de 1856-1857,  Historia Mexicana, Vol. 38, No. 1 (Jul. - Sep., 1988), pp. 69-78.

5 Juan Louvier Calderón, Cultura Mexicana y la Globalización, Edamex, México, 1995.

6 Javier Echegoyen Olleta, Historia de la Filosofía. Volumen 2: Filosofía Medieval y Moderna.  Editorial Edinumen, España, 1996.

7 Luigi Ferrajoli, Derechos y garantías. La ley del más débil. Madrid, Trotta, 1999, pp. 73-96. Traducción de Perfecto Andrés Ibáñez.


lunes, 17 de enero de 2011

4 VIDEOS DIVERTIDOS, PARA PASAR EL RATO

 

 

1.- Dúo de Papá e hija

http://cosmos.bcst.yahoo.com/up/player/popup/?lang=es&cl=23838999

 

 

2.- Rata en el metro de New York

http://cosmos.bcst.yahoo.com/up/player/popup/?lang=es&cl=23853251

 

 

3.- Bebé rebelde, pero amante del ritmo

http://cosmos.bcst.yahoo.com/up/player/popup/?lang=es&cl=23853110

 

 

4.- Llamas bailadoras

http://cosmos.bcst.yahoo.com/up/player/popup/?lang=es&cl=23852692

 

 



 

¡Nunca esta de más!


Enero es un mes muy especial,  hay    5 lunes,     5 sábados y      
5 domingos en un solo mes.

 

Esto sucede cada 823 años,

 

¡Se les llama los sacos de plata!

 

La creencia dice que el dinero aparecerá según el feng shui chino.

 

¡TODO SE PIERDE MENOS LA FE!



 


Lo siento, estoy muy ocupado

 


No valemos porque nuestra agenda esté repleta de actividades y pendientes, sino por lo que llevamos por dentro.


Por: Querien Vangal

Enero / 2011

 

 

"Muy ocupado, no molestar", "En este momento no puedo atenderle" y "Lo siento, estoy ocupado" son tres frases candidatas a estar permanentemente colgadas sobre la puerta de la oficina. Pero esto no es sólo de adultos también los niños de algunas familias están muy ocupados. Dibujemos a una joven aspirante a ser una persona "muy ocupada" de por vida.


Su nombre es Susy y no sólo va a clases por la mañana sino que tiene toda la tarde llena de actividades. Al terminar de comer, hace las tareas. A las tres de la tarde, llega el maestro Filippo, un italiano muy simpático que le enseña a tocar el órgano. Pero la fiesta no dura mucho, porque a las cuatro y media inicia el entrenamiento con el equipo de voleibol de su escuela; dos lindas horas entre estiramientos, ensayos de saque, clavadas, recepciones y pases estratégicos… A continuación, cuando ya está agotada, viene a recogerla Francisco, el chofer, para llevarla a su aburrida clase de inglés, pues Susy no necesita esa clase, porque su colegio es bilingüe y ella habla el inglés con fluidez. Pero sus padres quieren que esté ocupada. A las ocho de la noche parece que se acaba la faena. Sólo queda cenar y entretenerse un rato en el Facebook con sus amigas, y eso que apenas es lunes. Los miércoles y los viernes sigue el mismo horario. Los martes y jueves el deporte es tenis, una clase de pintura y otra de actuación. Susy ya es una chica muy ocupada, con sólo quince años.


Los padres buscan que sus hijos tengan la mejor formación y está bien que queramos formarlos de la mejor manera como le sucedió a los padres de Susy, pero podemos correr el riesgo de saturar a los hijos con un montón de actividades "recreativas" y "complementarias", en tan gran cantidad, que terminan siendo estresantes. A veces sólo los vemos en la comida y en la cena. Quizá la culpa no sea de ellos, sino tal vez nuestra por llenarlos de actividades. Les queremos dar más y más formación, pero a veces una hora hablando en la intimidad del hogar instruye mucho más que cientos de unidades extracurriculares. Es verdad que una hora de conversación es más difícil, porque nosotros estamos también "muy ocupados"; pero vale la pena.


El problema se encuentra en esa concepción de que todos debemos estar "muy ocupados". Pero estar ocupado no es, automáticamente, ser bueno. No valemos porque nuestra agenda esté repleta de actividades y pendientes, sino por lo que llevamos por dentro.


Necesitamos distinguir entre lo básico y lo superfluo, si no queremos formar personas agobiados por el trabajo, gente "muy ocupada", inaccesibles… incluso quizá egoístas. Lo básico, sin duda, es el amor familiar, la comunicación con los hijos, y esta asignatura sólo la pueden impartir los padres. Para todo lo demás están los profesores, los libros y las actividades complementarias, que, con moderación, son sumamente saludables. Las horas pasadas en la familia son las más importantes en la formación de los hijos, pues es en el entorno familiar en donde damos lo mejor de nosotros mismos. Sigue siendo importante detenerse a analizar cómo distribuimos el tiempo y a qué debemos darle más importancia.

 



 


viernes, 7 de enero de 2011

Mi mejor amigo


Por: Baisano Anterob



Dice una linda leyenda árabe que dos amigos viajaban por el desierto y en un determinado punto del viaje discutieron.


El otro, ofendido, sin nada que decir, escribió en la arena:


HOY, MI MEJOR AMIGO ME PEGO UNA BOFETADA EN EL ROSTRO.


Siguieron adelante y llegaron a un oasis donde resolvieron bañarse.


El que había sido abofeteado y lastimado comenzó a ahogarse, siendo salvado por el amigo.


Al recuperarse tomó un estilete y escribió en una piedra:


HOY, MI MEJOR AMIGO ME SALVO LA VIDA.


Intrigado, el amigo preguntó:


¿Por qué después que te lastimé, escribiste en la arena y ahora escribes en una piedra?


Sonriendo, el otro amigo respondió:


Cuando un gran amigo nos ofende, deberemos escribir en la arena donde el viento del olvido y el perdón se encargarán de borrarlo y apagarlo; por otro lado cuando nos pase algo grandioso, deberemos grabarlo en la piedra de la memoria del corazón donde viento ninguno en todo el mundo podrá borrarlo.



miércoles, 5 de enero de 2011

VEN A MI CASA ESTA NAVIDAD




http://www.youtube.com/watch?v=YiXN2RYGm7o



¡Se quedó sin nada!

Quienquiera que seas,
detente un momento ante esa cueva.
¿Ves ese niño indefenso?
Es Dios, es el único Redentor.

Es para ti.
Si te sientes muy pecador…
É1 te dice que tienes perdón.
Si estás muy desesperado…
Él te ofrece la alegría de vivir.
Si eres pobre…
piensa que Él es más pobre que tú
y que es pobre por ti.

Si crees que no hay camino para encontrar la paz…
Él es el Camino.
Si crees que todo es farsa y mentira
en la vida y en la sociedad…
Él es la Verdad.
Si crees que la vida no tiene sentido ni valor…
Recuerda que Él es la Vida.

Tú que te has detenido ante muchos palacios,
y tiendas, y salas de fiestas,
sin encontrar lo que buscas…
nada pierdes con intentar
comprar a ese Niño el amor,
la vida y la paz.
Y Él a cambio te pide
una pequeña limosna de amor.

Se quitó los rayos, se quitó la fuerza
y se quedó sólo con el amor.

Si te hacen un pequeño favor,
das las gracias.
Si el favor es muy grande,
sientes la obligación de agradecerlo muchísimo más.

El favor que Dios te hace volviéndose hombre por ti, es mayor que el mar, mayor que el cielo,
mayor que todo.

Pero dime si alguna vez le has dicho ¡gracias!,
como a los que te hacen pequeños favores.

Nadie te ha amado como Él.
Nadie te amará como Él.
Mucho ama el que mucho perdona.
El te ha perdonado lo que nadie te perdonaría.

Pedir una limosna de amor para Él, ¿es mucho pedir?
Vivir la Navidad en paz con Dios,
¿es mucho pedir?

Me atrevería a sugerirte una cosa:
Si tú, como adulto, no sabes amar a ese Niño-Dios,
deja a tus hijos que lo amen,
diles que lo amen por ti,
que disfruten la Navidad por ti.

Se quitó los rayos, se quitó la fuerza
y se quedó sólo con el amor.
Yo me quito la careta de hipocresía,
mi coraza de pecador
y me quedo sólo con la gratitud.




--- o --- o --- o ---






Con mi sincero afecto les deseo que esta navidad la felicidad invada sus corazones y que el próximo año sea pleno de bienestar.


Dios los bendiga






Diciembre de 2010















¡Feliz Año Nuevo 2011!


  

ORACION DE AÑO NUEVO

 

Señor, Dios dueño del tiempo y la eternidad, tuyo es el hoy y el mañana, el pasado y el futuro. Al empezar un año mas detengo mi vida ante el nuevo calendario, aún sin estrenar, te presento estos días que solo tu sabes si llegaré a vivirlos. Hoy te pido para mi y los míos la paz y la alegría, la fuerza y la prudencia, la claridad y la sabiduría...

 

Quiero vivir cada día con optimismo y bondad, llevando a todas partes un corazón lleno de compresión y paz. Cierra tú mis oídos a toda falsedad, mis labios a palabras mentirosas, egoístas, mordaces o hirientes. Abre en cambio, mi ser a todo lo que es bueno, que mi espíritu se llene solo de bendiciones y las derrame a mi paso.

 

Cólmame de bondad y alegría para que cuantos viven conmigo o se acerquen a mí, encuentre en  mi vida un poquito de ti. Dame, Señor, un año feliz, y enséñame a repartir felicidad. Amén.

 

 

 

 

martes, 4 de enero de 2011

Ovarios destruidos: el fracaso de los anticonceptivos

 
Por: Joan Robinson

Diciembre / 2010

 

 

La doctora Bonnie Dunbar, una de las principales investigadoras en el campo de la anticoncepción, abandonó recientemente 30 años de trabajo en el desarrollo de una vacuna anticonceptiva, porque descubrió que el cuerpo femenino se rehúsa a ir en contra de su propia reproducción. La ciencia, una vez más, confirma la fuerza inalterable del diseño físico femenino.

 

Ya sea en la China rural, en la sabana africana o en el Occidente citadino, los cuerpos de las mujeres, y específicamente su capacidad reproductiva, son objeto de múltiples ataques. Píldoras, parches e implantes hormonales, espermicidas, etcétera, son intentos para detener el sistema de la mujer en una de sus capacidades más perfectas e integrales: darle la existencia a un ser humano, y por ende, continuar su especie.

 

Los anticonceptivos son, a fin de cuentas, una introducción invasiva de material extraño en el cuerpo de la mujer, que anula el proceso reproductivo natural. Lo que la doctora Bonnie Dunbar esperó desarrollar era una vacuna que podría engañar al sistema inmunológico femenino. Una forma de lucha contra las células reproductivas como si éstas fueran un virus. La vacuna era un intento insidioso de hacer que el cuerpo considerara el embarazo como una enfermedad.


La motivación detrás de su investigación sobre los anticonceptivos fue, como es lógico, el control de la población. "He pasado más de 20 años desarrollando vacunas, vacunas anticonceptivas", explicó la doctora, "porque en mi juventud tuve una visión de que, tal vez, podríamos ayudar al problema de la población mundial y darles a las mujeres una opción para el control de la natalidad que no fuera invasiva a nuestras hormonas o a nuestros sistemas, o que tuvieran los efectos colaterales que ahora vemos en muchos métodos anticonceptivos".


Se supone que ella esperaba que la inmunidad de la vacuna al embarazo durara varios años al menos y así resultaría un control de población más eficaz en las naciones en desarrollo.

 

En la mentalidad de los promotores del control natal, la píldora u otros métodos anticonceptivos requieren demasiada participación y disciplina de la mujer para ser efectivos. En esos métodos de corta duración y uso repetitivo (diario en el caso de las píldoras) la tasa de deserción y falla de uso son altísimas. Por supuesto es algo que nunca se molestan en decir en público.


Entre los muchos éxitos de su larga y brillante carrera, la doctora Dunbar formó parte de la plantilla de científicos de la Fundación "Harbor Branch" de la Universidad Atlántica de Florida, del Smithsonian Institution y, no nos sorprende en lo más mínimo, del Population Council, digamos, la "Universidad" de Rockefeller.

 

Ha recibido condecoraciones por sus décadas de trabajo en las vacunas anticonceptivas y en el año 1994 fue premiada por la National Institute of Health (el instituto encargado de la salud pública en EU) como la "First Margaret Pittman Lecturer" (Primera Catedrática Margaret Pittman). Ella es un miembro fundador de "The Africa Biomedical Center" (Centro Biomédico de Africa) en Kenia, donde actualmente vive.

 

A través de los años, la doctora Dunbar ha asesorado a la Organización Mundial de la Salud y a la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID, por sus siglas en inglés) en muchos proyectos de países en desarrollo, incluyendo China, India, América del Sur y África. (No es coincidencia que todas estas regiones son objetivos principales para los programas de control de población de las Naciones Unidas).


Tuve el placer de conocer a la doctora Dunbar recientemente en la IV Conferencia Pública Internacional sobre la Vacunación. Ella vino de Kenia para presentar los resultados de su fallida investigación de la vacuna y hacer un llamamiento sorprendente para una reorientación de fondos, apartados al VIH/SIDA y la investigación de la vacuna anticonceptiva, a las necesidades primarias de salud de los africanos y, por supuesto, a la reducción de la población.


Cuando empezó como estudiante de posgrado a desarrollar una vacuna anticonceptiva, se dio cuenta de que muchas mujeres infértiles tenían anticuerpos hacia su propia zona pelúcida. (La zona pelúcida es la glicoproteína que rodea el óvulo femenino o el huevo). Esto impedía que el esperma se uniera penetrando y fertilizando el óvulo. Esto se convirtió en la base de la hipótesis de la investigación de la doctora Dunbar.


"Por años," explicó, "pensamos que si las mujeres eran infértiles debido a estos anticuerpos, pero por otro lado, eran perfectamente saludables, entonces esta situación se convertía en un eficaz método anticonceptivo, que evitaría la fecundación sin ser abortivo, ni tampoco interferiría con el sistema endocrino."

 

Esperaba imitar este trastorno de infertilidad natural, para hacer una vacuna que desarrollaría en mujeres saludables respuesta inmunológica a sus propios óvulos. "El objetivo de nuestra vacuna era desarrollar autoinmunidad", declaró la doctora Dunbar, así de claro y sin ninguna afectación.