Por Ma. Teresa Magallanes Villarreal
Enero de 2012
Todos queremos tener una familia unida, integrada y feliz, sin embargo, no debe ser muy fácil de lograr puesto que hay tantas desintegradas, desunidas y no son felices. Quienes están en ese caso piensan que han tenido muy mala suerte con el esposo o esposa, con los hijos e hijas, como si el resultado de un matrimonio y de una familia fuera cosa del azar.
Parece que nos cuesta asumir la responsabilidad de los resultados, aunque, a decir verdad, cada uno tiene el matrimonio o la familia que ha construido.
¿Qué es lo que produce la unidad y la felicidad entre los miembros de una familia?
El amor es el elemento unificador de cualquier relación interpersonal, sobre todo en las relaciones que son más estrechas, íntimas y continuas como las que se dan entre marido y mujer y entre padres e hijos.
¿Cómo se construye ese amor? Eso tampoco es cosa de suerte, supone una tarea de dos, en la que a cada uno le corresponde aprender a dar y recibir, puesto que ésta es la dinámica de todo amor. El éxito y el fracaso dependen siempre de las dos personas involucradas en una relación y no hay que buscar responsables fuera de ella, ni asumir que si va bien es mérito propio y si va mal es culpa de la otra persona.
El amor nace, crece y se fortalece por el conocimiento que se tiene del otro. Por lo tanto, a mayor conocimiento, mayor amor, sobre todo si las personas son sinceras, y evitan la mentira. El conocimiento mutuo es un proceso que nunca termina, tal como ocurre con el conocimiento propio, y se produce gracias a la comunicación.
Si la comunicación lleva al conocimiento y éste al surgimiento y fortalecimiento del amor, queda claro el papel tan importante que ella tiene en toda relación interpersonal; pero comunicarse no resulta tan fácil, es necesario saber escuchar, con ánimo de entender lo que el otro quiere comunicar, sin contaminarlo con nuestra propia interpretación, pero también es necesario aprender a expresarse con claridad, con total apego a la verdad, intentando cuidar que el tono sea cordial, sin dejarse llevar por los impulsos momentáneos.
No cabe duda que la palabra es el medio de comunicación por excelencia, sin embargo también tienen importancia el gesto, la mirada y el contacto físico. Todo esto constituye un paquete básico de comunicación que puede favorecer el conocimiento, hacer crecer el amor y producir felicidad a las los miembros de una familia: esposos, padres e hijos, y demás familiares.
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