Damocles era un cortesano de Dionisio I, El Viejo (siglo IV, AC), tirano de Siracusa, a quien envidiaba por su vida afortunada y cómoda. El rey, para escarmentarlo, aceptó que Damocles lo sustituyera durante un festín y dispuso que sobre su cabeza pendiera una afilada espada.
La espada de Damocles se utiliza para expresar la presencia de un peligro inminente o de una amenaza. También es una moraleja sobre la envidia, sobre lo fácil que resulta desear lugares o situaciones ajenas, para salir de una atmósfera de negatividad.
Damocles pensaba que la felicidad consistía en el tener y en el poder, creía que el rey era el ser más feliz del mundo.
Cuando lo coronaron dijo: -Esto sí que es vida-. Al advertir sobre su cabeza la afilada espada, atada por un delgado hilo, tuvo pánico. Un pequeño vaivén podía cortar el hilo.
-¿Qué te pasa?- preguntó Dionisio.
-¿No ves la espada?
--Sí, claro. Siempre pende sobre mi cabeza. Para ser monarca, debes aceptar riesgos que son parte del poder.
Damocles dijo: cierto, tienes mucho que hacer y pensar. Por favor, déjame volver a casa. Damocles salió del palacio, quería abrazar a su esposa y a su hijo, e inculcarles con su propio testimonio, que los valores no se sostienen en el poder o el tener, sino en el ser.
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