miércoles, 27 de enero de 2010

Solidaridad: vacuna contra la crisis

 

Por: René Mondragón

Mayo / 2009

 

Hay una razón para resistirme a calificar como "milagro" lo que está sucediendo en China, a pesar de que desde las siete de la mañana las tiendas en Shangai o en Pekín se observen con largas filas de compradores.

 

A pesar, también, del despliegue tecnológico que vimos en los recientes juegos olímpicos; o a partir del hecho de que, además de seguir exportando baratijas, también están surtiendo de material especializado a la NASA o que evidencien crecimientos anuales del 12 por ciento.

 

El origen de la resistencia

 

Me parece que cuando las transformaciones de un país son integrales e integradas, cambian y mejoran las condiciones de vida y dignidad de sus habitantes; cuando hay claras políticas públicas que apuestan por el bien ser y el bien estar de las familias, sin reduccionismos economicistas o reformas estructurales limitadas y excluyentes, entonces –para mí– no existe tal "milagro".

 

En el caso de China, me opongo a llamarlo un milagro, porque no alcanzo a percibir esta serie de conceptos. Por el contrario, subsiste la represión brutal –es el caso de un Obispo católico encarcelado por 23 años–; prácticamente es inexistente la libertad para creer; y la libertad de expresión se acota de forma espectacular. Recuerde, por favor, las limitaciones impuestas a los comentaristas deportivos e informadores durante la transmisión de reportajes especiales en China.

 

Desde luego, los malos tratos que recibieron nuestros paisanos –a raíz del tema de la influenza– me permiten afirmar que el concepto de respeto a la dignidad de la persona humana, además de la xenofobia presente, no existe en la agenda de políticas públicas del gobierno chino. Es decir, ¿cuál "milagro"? Lo más cercano, así me lo parece, es señalar que "de milagro" ese modelo chino se sostiene.

 

Propuesta solidaria

 

1.- En momentos de crisis económica, no se limite usted a pensar y dolerse de las propias necesidades. Hay que salir al paso de situaciones más dramáticas que la propia y ahí, a esas familias, llevarles –en principio– consuelo, fortaleza y esperanza.

 

2.- Todos –cuando estamos en medio de una crisis económica– sentimos con fuerza la tentación de ignorar a los más débiles, a los más vulnerables que no tienen voz, y concentrarnos en nuestros problemas.

 

Pues precisamente en los momentos de prueba como esa, es cuando tenemos que sacar la casta y comprometernos a fondo, para que un mensaje esperanzador, de lucha, de insistencia, de amor y de paz, sea escuchado por todas partes.

 

Como bien señala Benedicto XVI: "En vez de encerrarnos en nosotros mismos –aseguró–, tenemos que seguir siendo faros de esperanza, de fuerza y de apoyo para los demás, especialmente para los que no tienen a otro que les cuide y asista". (1)

 

3.- Una solidaridad alegre, entusiasta y generosa en abundancia, es "contagiosa". Va más allá del simplista y resignado "al mal tiempo, buena cara". El modelo de actitudes solidarias frente a la crisis económica nos impulsa a ser "…faros de esperanza, de fuerza y de apoyo para los demás, especialmente para los que no tienen a otro que les cuide y asista".

 

Recuerdo que en alguna oportunidad, un amigo llevó a su hijo pequeño a conocer el Gran Cañón. El niño estaba maravillado. Se acercó para ver las dimensiones del precipicio, y para su sorpresa, se dio cuenta de que una vocecilla salía desde el fondo de las rocas.

 

El niño gritó con fuerza: ¡estúpido!  Y aquella voz lo repetía dos o tres veces más. ¡Imbécil!, volvió a decir, y la voz desde el fondo le regresaba la expresión. El pequeño empezó a llenarse de miedo. Era la primera vez que escucha algo como eso. No sabía lo que estaba pasando.

 

Su padre lo tranquilizó y no quiso perder la oportunidad del momento para dejarle a su hijo una enseñanza. Ven conmigo y escucha. Ambos se tomaron con fuerza de la mano y el papá gritó: ¡Hermoso!... ¡Maravilloso!... ¡Extraordinario!...

 

La voz que salía de aquellas rocas le regresó una por una las palabras. El niño miró con un dejo de extrañeza a papá. Abrazándolo con enorme cariño su padre le dijo: ¿Ya oíste hijo mío?... Como tú llames a la vida, la vida te va a responder.

 

En mi opinión, si en estos momentos de crisis ofrecemos entusiasmo, trabajo, actitud positiva y sembramos esperanzas pletóricas de solidaridad verdadera, a mí me parece que habremos de recibir lo mismo. Porque la vida, así nos va a responder.

 

(1)    Audiencia a los miembros de la Papal Foundation

(2)    (http://www.thepapalfoundation.com), institución estadounidense que este año ha entregado al Papa siete millones 568 mil 748 dólares que serán destinados en obras de caridad y evangelización. 

 

 

«La vanidad es la gloria de los pobres de espíritu»

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