martes, 9 de marzo de 2010

Por celular o computadora, ¿cómo hablo con mi hijo?


Por: Cynthia Castañeda

Febrero / 2010

 

Todo está bien cuando los hijos son pequeños. A corta edad es mucho más fácil que los padres ejerzan el control; sin embargo, con el paso de los años y con la llegada de la pubertad y la adolescencia, conocer bien a tu hijo puede ser la completa diferencia entre experimentar un calvario o tener una buena relación.

 

Es común que llegue un punto en el que los padres dejen de ser el eje central de los hijos, poco a poco llegan otros intereses y justo en ese pequeño lapso, es cuando la relación padre-hijo se puede desquebrajar.

 

Para evitarlo, sólo se necesita algo; comunicarse y conocerse bien. Hacerlo, aunque podría parecer toda una odisea, no es tan difícil como parece.

 

Aquí algunos tips para lograrlo:

 

Interésate por tu hijo. Trata de mostrar preocupación por lo que hace, lo que ve, lo que lee, lo que quiere.

 

Cuéntale tus cosas. Al ver que tú le cuentas tus problemas y te encargas siempre de externarle tus preocupaciones, será más fácil que busque la reciprocidad y él también comparta sus cosas.

 

Pasen tiempo juntos. Ya sea un sábado por la tarde o cualquier día entre semana, buscar algún pretexto que implique convivencia, podría ser muy útil. Seguramente existen gustos que compartan, o si de plano nada más no los encuentran, el cine, la renta de películas, o el simple hecho de ir a comer juntos, es una muy buena opción.

 

Dale confianza. Está claro que los padres nunca podrán jugar el papel de mejores amigos, no obstante, pese al rol de autoridad que siempre deben mantener, tener una buena relación, nunca está de más. Demuéstrale confianza, y no trates de prohibirle todo lo existente, pues a la larga, lo prohibido es lo que más suele intrigarles.

 

Fraterniza con los allegados. Conocer al amigo, la amiga o el novio, siempre es una estrategia positiva, pues bien dicen, que si quieres saber quién es alguien, sólo hay que ver con quién  anda. Claro, esto siempre en la justa medida o, de lo contrario, tanto tu hijo como los amigos podrían sentirse acosados.

 

Aprendan a negociar. Llegará un punto en el que los compromisos sociales de tu hijo son tantos, que se comiencen a convertir en un dolor de cabeza; sin embargo, todo puede ser negociable. La opción es sentarse a platicarlo e incluso a planearlo. Por ejemplo: "Si sales el viernes, el sábado te quedas a estudiar", o tal vez, un "te presto el carro, pero mañana te toca lavarlo".

 

Es importante que los hijos siempre sepan que hay que dar algo a cambio y que no siempre podrán salirse con la suya. Si se aprende a hacer esto, ambas partes estarán satisfechas y se evitarán muchos problemas.

 

En cualquier tipo de relación, tener una buena comunicación es importante; sin embargo, entre padres e hijos es simplemente vital. Hazlo ahora que puedes; pues si lo dejas pasar, es posible que el día menos pensado tengas a tu lado a un completo extraño.

 

Es más fácil de lo que crees. Con un poquito de esfuerzo, no se necesita de códigos secretos, detectives, otras lenguas, el celular, la computadora o las redes sociales. ¡Inténtalo!

 

 

 

 

 



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