martes, 8 de diciembre de 2009

México, en riesgo de tsunamis


 

 

Por: Antero Duks

Octubre / 2009

 

 

Son viajeros. Caminan en el mar. Vienen desde lo remoto o de lo contiguo y forman murallas de agua salada. Cuando la barrera se levanta, avanza hacia la playa a velocidades de hasta 40 kilómetros por hora. Toca la costa y durante 15 minutos ingresa el mar incontenible. Arrasa con todo. Después llega la resaca y sobreviene la segunda intrusión de la gran masa acuosa sobre la ribera y así continuarán llegando, cada ciertos minutos, olas adicionales mucho más rápidas que la velocidad de cualquier persona: es un tsunami.


México no produce tsunamis, no obstante nuestra abundancia de sismos, pero puede padecer "la cola" de los que se originen en Japón o Chile, por ejemplo. Las zonas de nuestro país más expuestas a estos fenómenos destructivos y muy vulnerables, debido a su densa población, a sus instalaciones portuarias, industriales y de almacenamiento de combustibles, son: Manzanillo, Lázaro Cárdenas y Salina Cruz. También un corredor turístico de aproximadamente mil kilómetros de largo, que incluye Puerto Vallarta, Cuyutlán, Ixtapa-Zihuatanejo, Acapulco, Puerto Escondido, Puerto Ángel y Huatulco, advierte Salvador Fernando Farreras Sanz, investigador del Centro de Investigación Científica y de Educación Superior de Ensenada, Baja California (CICESE).


Y como nuestra cadena de eventos destructivos comprende también los "tsunamis locales" de origen tectónico, este oceanógrafo considera que el sitio donde se generan es la Fosa Mesoamericana, que es la zona de subsidencia (hundimiento vertical) de la Placa de Cocos, bajo la Placa de Norteamérica adyacente a la costa occidental de los estados de Jalisco, Colima, Michoacán, Guerrero, Oaxaca y Chiapas.


Así, las eventuales zonas engendradoras de estos sucesos provocados por deslizamientos submarinos de sedimentos son, entre otras, las plataformas marinas adyacentes a las bocas de los deltas de los estuarios del Río Colorado (Baja California y Sonora), el Río Balsas (Michoacán y Guerrero) y el Río Tecomán (Colima).


* Uno, dos, tres, todos a correr


En una conferencia dictada hace unos días por Farrera Sanz, en el Centro Estatal de las Artes Ensenada, ofreció una explicación para la población al responder las preguntas que hace comúnmente: ¿Qué entendemos por tsunami? ¿Cómo se ve? ¿Cómo se siente? ¿Qué riesgos representa?


Aclaró ante todo que, en caso de un tsunami, nunca se verá una ola gigante que rompe contra los edificios y casas, como suele creerse. "La realidad es que antes de la llegada de un tsunami, el mar se retira una extensión muy grande, pueden ser varios kilómetros, el agua se acumula mar adentro y se levanta para después avanzar como una cortina de agua", precisó.


"Se forma una especie de pared de agua, no es una ola, es una pared de agua que puede presentar mucha espuma y turbulencia, y una vez que se ha retirado hacia atrás avanza hacia la playa a velocidades de hasta 40 kilómetros por hora, sin dar tiempo para huir. Si están en la playa y ven que el mar se retira de esa forma, traten de huir del lugar, no se queden a mirar cuándo va a llegar el agua, porque será demasiado tarde", advirtió.


Una vez más planteó el riesgo. "Éste se entiende como la suma de la amenaza (sismos, huracanes y demás) y vulnerabilidad (factor humano)", dijo. Por lo tanto, los desastres por fenómenos naturales no son desastres naturales, "son desastres sociales", debido a que es el ser humano quien se expone a esos fenómenos. "No podemos impedir que ocurran los fenómenos naturales, pero sí podemos impedir los desastres naturales al estar preparados", precisó en pro de una cultura de autoprotección.


También dio una sencilla explicación del porqué de los sismos y los tsunamis: La corteza terrestre está fracturada en varias piezas o placas que no se mueven al mismo tiempo, y cuando lo hacen se balancean unas contra otras.


El asunto es que México se encuentra entre dos placas grandes y dos pequeñas. "La placa del Pacifico se revela contra la placa de Norteamérica; la placa de Cocos se mueve hacia la de Norteamérica y la de Norteamérica hacia la de Cocos, y en el momento en que una de ellas se hunde por debajo de la otra, se originan los sismos. Son las placas de Cocos y de Norteamérica las que originan tensiones, sismos y tsunamis".


No se detuvo ahí, sino que explicó que, por su parte, la placa del Golfo de California se desliza respecto a otra, sin estrellarse; movimiento diferente al que ocurre y afecta a la zona central de México, específicamente a los estados de Jalisco, Colima, Michoacán, Guerrero, Oaxaca y Chiapas.


Y faltaba más: La placa del Caribe también se mueve y origina tsunamis, lo cual queda asentado en "Todos@Cicese", publicación del Centro de Investigación Científica y de Educación Superior de Ensenada.


(De acuerdo con libros en la materia, la Placa del Caribe abarca una superficie de 3.2 millones de kilómetros cuadrados. Es tectónica e incluye una parte de América central, Belice, Guatemala, Honduras, El Salvador, Nicaragua, Costa Rica y Panamá. Colinda con la Placa Norteamericana, la Placa Sudamericana y la Placa de Cocos. En la zona del Caribe radican casi 40 millones de personas, por lo que el año pasado la ONU, a través de la UNESCO, dio a conocer que se establecerá un sistema de alerta temprana que será finalizado en el año 2010).


* En el Cinturón de Fuego del Pacífico


México, así como muchos países, se ubica en el cinturón o anillo de fuego del Pacífico. El investigador lo puntualiza: "Todas las costas del Pacífico son lugares en que una placa se estrella con otra, y por lo tanto, es frecuente la aparición de sismos con tsunamis, salvo algunas excepciones como la costa norte de Estados Unidos. Nosotros no tenemos zonas en que se estrellen las placas, lo que nos da una gran ventaja, porque no producimos tsunamis. Sin embargo, puede llegarnos la cola de tsunamis originados en otros sitios, por ejemplo Japón o Chile".


Y he aquí que los tsunamis tienen la particularidad de viajar a una velocidad que depende de la profundidad que hay en el fondo del océano, inclusive existen mapas de tiempo o cartas-horas que indican cuánto tardará en llegar del lugar de origen a otro punto. En el caso de los tsunamis originados en Japón, dice, "siempre tardarán el mismo tiempo en llegar a México, porque la profundidad del océano no cambia, lo que permite a las poblaciones prepararse para su llegada".


¿Cuáles serían las condiciones que deben existir para que llegue un tsunami? Esa es la pregunta que muchos legos se hacen. El exponente la responde, sin que se la digan: En la ocurrencia de un tsunami también intervienen otras condiciones: el sismo debe tener un epicentro o hipocentro en la superficie, a menos de 60 kilómetros de la corteza, debe ocurrir bajo el lecho marino y tener una magnitud mayor a 7.5 y tiene que haber una componente vertical.


Los sismos, agrega, también pueden producirse por deslizamiento de material que cae al mar produciendo ondas de agua o por deslizamientos que se producen bajo el agua.


Para el especialista, el objetivo fundamental de la investigación científica es proporcionar información para que la población pueda distinguir su vulnerabilidad ante los fenómenos naturales. En México se cuenta con mapas de inundación de los puertos mexicanos, libros y demás. La intención es formar una cultura de autoprotección entre la población para que sepa qué hacer y hacia dónde moverse, "porque cuando ocurre un tsunami no hay tiempo de decirles qué deben hacer. Ya no sirve de nada el trabajo científico si la población no está al tanto de esto", termina.


Lograr esa cultura de prevención ha sido un objetivo que se aceleró mundialmente a raíz del tsunami en el Océano Indico. Tres años después, en 2007, el secretariado para una Estrategia Internacional de Reducción de Catástrofes (ISDR) de la ONU recordó el plan de acción adoptado por la comunidad internacional en 2004, para llevarse a cabo en 10 años, el cual prevé la puesta en marcha de sistemas de alerta temprana y educación a las comunidades sobre prevención de desastres.


Hace dos años, pues, el ISDR consideró que reducir las consecuencias de las catástrofes no tiene un precio muy elevado. Fundamentado en una investigación realizada en Estados Unidos, especificó que por un dólar invertido en la prevención, hay un ahorro de cuatro dólares en reparaciones.


El Día Internacional para la Reducción de los Desastres se celebrará mundialmente el segundo miércoles de octubre, es decir, el catorce de este mes y ¿México qué ha hecho?

 


México no cuenta con un sistema nacional de alarma contra tsunamis, no obstante que para el país son una realidad. En el caso de los que vienen de lejos, el Sistema de Alertas de Tsunamis del Pacífico avisa y hay aproximadamente 10 horas para tomar decisiones. Sin embargo, cuando los tsunamis son mexicanos "no tenemos 10 horas; en lo que ocurre el sismo y el mar penetra tierra adentro transcurren 20 minutos cuando mucho".


Lo explicó el doctor Modesto Ortiz Figueroa, investigador del Departamento de Oceanografía Física del Centro de Investicagión Científica y de Educación Superior de Ensenada (CICESE)y miembro de la Comisión Internacional de Tsunamis de la Unión Internacional de Geofísica y Geodesia (IUGG), uno de los seis expertos a nivel mundial en tsunamis.


En 1998, expresó, el Comité Científico Asesor del sistema Nacional de Protección Civil entregó una propuesta formal para crear un Sistema de Alertas de Tsunamis en México, pero no se hizo nada.


Efectivamente, acorde con los preceptos y lineamientos del Programa Nacional de Protección Civil 1995-2000 del Gobierno federal, el mencionado Comité Científico Asesor del SINAPROC sobre Fenómenos Perturbadores de Origen Geológico, elaboró y aprobó en marzo de 1998 la Recomendación RG/04/98 sobre "Detección, Monitoreo, Alerta y Prevención de Tsunamis en México".


Dicha recomendación incluye aspectos operativos para organizar un Sistema de Alerta de Tsunamis en México interconectado con el Sistema de Alerta de Tsunamis del Pacífico; y aspectos de investigación (elaboración de mapas de inundación), educación, difusión (edición de material impreso, audiovisual, textos de estudio) y de regulación (políticas de usos del suelo).



SOBRE AVISO NO HAY...


La advertencia sobre el cúmulo de zonas de riesgo en la República Mexicana fue reiterada por los científicos a raíz del terremoto de Sumatra-Andamán y el consecuente tsunami que devastó el 26 de diciembre de 2004 las costas de Indonesia, Sri Lanka, la India, Tailandia, y causó la muerte a más de 200 mil personas.


En 2005 la Secretaría de Gobernación, cuyo titular era Santiago Creel Miranda, dio a conocer que México contaría con un Sistema de Alertas de Tsunamis. Evidentemente no alcanzó a concretarlo porque su salida como titular de la Segob ocurrió el primero de junio de ese mismo año.


A ese cargo llegó por 17 meses Carlos Abascal Carranza. Con Felipe Calderón como presidente de la República, la titularidad de la Secretaría del Interior recayó en Francisco Ramírez Acuña, quien únicamente permaneció en el cargo 13 meses. Posteriormente arribó Juan Camilo Mouriño que fue secretario sólo por 10 meses al morir en un accidente de aviación. El actual titular desde hace 10 meses, es Fernando Gómez Mont Urueta.


Han pasado 11 años y seis secretarios de Gobernación (incluidos Francisco Labastida Ochoa y Diódoro Carrasco Altamirano, titulares en la administración de Ernesto Zedillo) y aquella propuesta, así como la importante decisión externada en 2005 de establecer el mencionado sistema de alerta, sigue en veremos.


"No existe un órgano oficial encargado de tomar y diseminar estas alertas ni de tomar las decisiones correspondientes", asegura el doctor Modesto Ortiz Figueroa.


A su juicio, la responsabilidad de integrar y operar un sistema nacional de alerta de tsunamis debe recaer en la Secretaría de Gobernación, dependencia que tiene a su cargo el Sistema Nacional de Protección Civil, indica.


El Centro Nacional de Prevención de Desastres ha señalado que "desde 1998 se ha avanzado en la implementación de los aspectos de investigación, educación y difusión, con la elaboración de los mapas de inundación antes mencionados, la publicación de la primera edición de este Fascículo y de un folleto infantil de divulgación, entre otros. El 24 de febrero de 2005, la Coordinación General de Protección Civil y el Cenapred de la Secretaría de Gobernación, constituyeron un Grupo Interinstitucional para Tsunamis en México, con el objetivo de elaborar un Esquema de Coordinación Nacional y establecer un Plan Operativo Preliminar Emergente que permita implementar a la brevedad las actividades operativas mencionadas en la Recomendación RG/04/98".


De acuerdo al Tercer Informe de la Secretaría de Gobernación, revisado por esta reportera, en el periodo de 2008 a 2009 "Se realizó el Taller '¿Cuán Resiliente es tu Comunidad Costera?: Guía para la Evaluación de la Capacidad de Resiliencia* en Comunidades Costeras ante Tsunamis y otros peligros Naturales, en la Ciudad de México' ".


(*Se conoce como resiliencia a la capacidad de un sistema, comunidad o sociedad expuestos a una amenaza para resistir, absorber, adaptarse y recuperarse de sus efectos de manera oportuna y eficaz, lo que incluye la preservación y la restauración de sus estructuras y funciones básicas).



HAY ALGUNOS AVANCES


Sin embargo, hay progresos. Desde antes del denominado Tsunami de Asia, en septiembre de 2004 el CIESE mediante sus científicos, se dio a la tarea de instalar equipos para medir el nivel del mar en la estación que opera desde entonces en el puerto de El Sauzal (Baja California).


A la fecha es una realidad la Red Regional de Observatorios de Tsunamis en México (opera vía internet en tiempo real). Cuenta con seis observatorios en el Pacífico Mexicano, aunque el proyecto contempla que sean un total de 15.


A mediados de 2007 tenían planeado concluir la instalación de equipos en Mazatlán, Puerto Vallarta, Acapulco, Salina Cruz, Puerto Chiapas y Manzanillo. Y en 2008 los de San Felipe, Guaymas, Topolobampo, Lázaro Cárdenas, Altamira, Coatzacoalcos, Dos Bocas y Seyba Playa.


El doctor Ortiz ha dicho en la publicación "Todos@CICESE", que los observatorios se han podido instalar, gracias a la iniciativa particular del Instituto Mexicano del Transporte, de la Secretaría de Comunicaciones y Transportes, la Subcoordinación de Hidráulica Ambiental del Instituto Mexicano de Tecnología del Agua, el Departamento de Sismología y el Servicio Mareográfico Nacional, ambos del Instituto de Geofísica de la UNAM, la Secretaría de Marina y la empresa Servicios Portuarios, SA de CV.


Otra explicación al respecto es que el Instituto Mexicano del Transporte incorporó tal tecnología en su Red Nacional de Estaciones Oceanográficas y Meteorológicas, cuya finalidad es la seguridad portuaria.


Asimismo, conforme el planteamiento del doctor Ortiz, la investigación para el diseño del sistema de observación de tsunamis en tiempo real se efectuó en el marco del proyecto "Respuesta de la costa del Pacífico oriental al impacto de tsunamis", que tuvo presupuesto interno del CICESE y del Instituto Nacional de Investigación en Ciencias de la Tierra y Prevención de Desastres del Gobierno de Japón.



EL PODER DESTRUCTIVO


El mencionado proyecto de respuesta tiene como objetivo hacer óptimo el sistema regional de alerta de tsunamis en la costa occidental de México y Centro América, al caracterizar la respuesta física de la costa al impacto de tsunamis.


Ejemplificó con varios casos, entre los cuales están los tsunamis de Michoacán en 1985; de Nicaragua en 1992; de Las Flores, Indonesia, también en 1992; de Jalisco, en 1995; y de Camaná, en Perú en 2001, los cuales concentraron su poder destructivo en la región de generación en una franja aproximada de 200 kilómetros a lo largo de la costa y alcanzando alturas de inundación entre 5 y 10 metros.


Considera que "caracterizar la respuesta de la costa implica cuantificar el tiempo de arribo y el riesgo de inundación ante el impacto de tsunamis remotos, regionales y locales. Esta caracterización es fundamental en toda planificación para un desarrollo sustentable urbano e industrial de las zonas costeras y es fundamental en la evaluación de alertas de tsunami, ya sea para promover una evacuación o para evitar evacuaciones innecesarias que consecuentemente ocasionan pánico y pérdidas económicas".


Tanto el diseño del sistema como los algoritmos para la detección de tsunamis son tecnología propia del CICESE. Los componentes del sistema, como sensores, microprocesadores y radiotransmisores, pueden suplirse a su vez por diferentes marcas comerciales, y se estima que una estación como la que opera en El Sauzal en aquel momento podía tener un costo aproximado de 100 mil pesos.


Pero la red de observatorios viene a ser la base para lo que sería el Sistema Regional de Alerta de Tsunamis,


Por lo pronto, "ya se puede estimar la altura de tsunamis a lo largo de la costa occidental de México, entre el norte de Jalisco y el sur de Chiapas, en función de cierta información inherente a cualquier sismo que ocurra entre la línea de costa y la llamada trinchera Mesoamericana; es decir, en la zona de subducción donde "chocan" una placa oceánica (la de Cocos) con una continental (la Norteamericana)".



ACCIONES DE PREVENCIÓN


En el documento "Vulnerabilidad de las Costas de México a los Tsunamis" en poder del Centro Nacional de Prevención de Desastres, se precisa que para disminuir pérdida de vidas, daños materiales, interrupción de servicios e impacto socioeconómico que maremotos futuros puedan provocar, antes de su posible ocurrencia, es necesario que las autoridades federales, estatales y municipales correspondientes emprendan: Una evaluación del riesgo y de la vulnerabilidad de las comunidades costeras susceptibles a su ataque; implementación de restricciones y reglamentación de uso del suelo en zonas de alto riesgo, en sus planes de desarrollo urbano y de vivienda, e incorporación a sus leyes de asentamientos humanos y reglamentos de ordenamiento territorial, vigilando su acatamiento.


Asimismo: la instauración y operación de un sistema o Servicio de Detección, Monitoreo y Alerta Temprana de Tsunamis a nivel regional, nacional y local, interconectado con el Sistema de Alerta de Tsunamis del Pacífico. La logística de las redes de telecomunicación de estos Servicios no se ha de basar en comunicaciones telefónicas alámbricas, ni en equipos de transmisión-recepción cuya energización no sea autónoma. Al ocurrir sismos de gran magnitud, en las comunidades costeras cercanas al epicentro, el suministro de energía eléctrica y los servicios telefónicos se interrumpen precisamente en los momentos más cruciales para la emisión de mensajes de alerta de posibles tsunamis. La red de comunicaciones debe ser inalámbrica (vía radio o satélite), con equipo electrógeno mediante combustible, baterías o paneles solares.


También deben establecer enlace permanente, las 24 horas del día, de todo el año del centro de operaciones del servicio de alerta mencionado, con instituciones nacionales (universidades, centros de investigación) que operan las redes de instrumentación y monitoreo sísmico y de nivel del mar que permiten detectar y confirmar la generación de un tsunami al ocurrir un terremoto, y su propagación por el océano. Las autoridades deben apoyar la operación y mantenimiento de estas redes de instrumentación, de cuya información oportuna depende el funcionamiento del sistema de alerta.


Además requieren la elaboración de planes de contingencia (incluidos rutas de evacuación y refugios temporales) que se utilizarán al ocurrir un tsunami, con énfasis en evacuación de escuelas y hospitales y de los núcleos habitacionales en que gran parte de la población duerme de noche; el establecimiento de un programa de difusión, comunicación social y educación pública acerca del origen y recurrencia de los tsunamis, métodos de prevención y recomendaciones para actuar durante su ocurrencia.


Otra recomendación es llevar a cabo simulacros de evacuación en zonas potencialmente inundables por tsunamis, para evaluar los resultados de los planes de contingencia y mejorar la preparación de las comunidades.


Hace unos días, un tsunami del Pacífico Sur mató a 200 personas en las islas de Samoa y Tonga.
¿Y en México, cuándo?

 

 «Por mi patria hablará la razón de la justicia»

 




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