Por: Antero Duks
Octubre / 2009
Marco Salgado, quien sobrevivió la guerra de Irak, es baleado y fallece en confuso enfrentamiento con la policía de Ontario; sufría de depresión.
Para quienes lo conocieron Marco Salgado era un hombre de gran corazón, generoso y muy sociable, que tenía amistad con todos sus vecinos de Palmdale donde vivía desde hacía poco menos de un año, tras regresar de un segundo período de servicio en Irak y mantenía contacto con muchos compañeros de UCLA Extension, donde estudiaba periodismo y soñaba con estar ante las cámaras.
"Cuando él se mudó a esta calle se me acercó y se presentó. Nos hicimos amigos de inmediato. Tenía una piscina, así que nos invitaba. Hacíamos barbecues todo el tiempo…tenía un gran corazón", cuenta Robert García, vecino de Salgado, quien aparte de su servicio en Irak manejaba autobuses para METRO (antes MTA) desde 2000.
Pero sus más allegados también sabían otra cosa: que el sargento Salgado, de 44 años, estaba mal desde hace meses, y muy mal en días recientes: bebía constantemente, tomaba el calmante Valium, se encerraba a dormir por horas y tenía problemas económicos.
El miércoles pasado, cerca del mediodía y tras un confuso incidente del que aún no hay una versión definitiva, Marco Salgado recibió dos balazos de manos de un agente de policía de Ontario cuando salía del Mercado Liborio en esa ciudad. Fue trasladado al Centro Médico Regional Arrowhead en Colton y declarado sin vida a la 1:05 de la tarde.
Todo parece indicar que Salgado terminó siendo parte de una tendencia reportada por medios de comunicación y algunos estudios independientes, en los cuales un número de veteranos de las guerras de Irak y Afganistán regresan vivos de esas pruebas, para luego perecer aquí en casa, tras sufrir el Síndrome de Estrés Post Traumático. Algunos cometen suicidio, otros se ven involucrados en peleas y otros llegan a cometer delitos. Los más sufren de depresión, alcoholismo y otros desórdenes. Según un estudio de RAND Corporation del pasado año, uno de cada cinco veteranos de Irak y Afganistán sufre de PTSD o depresión grave: unos 300,000 soldados en total. Sólo poco más de la mitad buscan tratamiento.
Anthony Ortiz, portavoz del Departamento de Policía de Ontario, dice que alguien los llamó desde el Liborio´s Market.
"Desde su celular alguien reportó a un hombre que parecía llevar una pistola al cinto", dijo Ortiz. "Cuando salió del mercado los agentes lo estaban esperando y le pidieron que levantara las manos en repetidas ocasiones. No lo hizo, así que le dispararon con una Taser (pistola eléctrica). No lo afectó. Le tiraron dos veces con la Taser y finalmente él puso la mano cerca de su pistola y los agentes le dispararon, temiendo por su vida".
Pero en los primeros reportes publicados por el Daily Bulletin, de Ontario, no se menciona la Taser, sino solamente que le habían ordenado subir las manos y al no hacerlo, le habían disparado.
Tanto García como otro vecino, Arthur Cevallos y René, hermano de Marco, dicen que sabían que estaba deprimido, que sufría de problemas tras regresar de Irak.
"Note que a veces tenía ‘flashbacks’, revertía a sus días en Irak. Pero todo se puso peor en las últimas semanas", dijo García. "La semana pasada empeoró notablemente".
Su hermano René Salgado indica que habló con Marco una hora antes del incidente. Había salido de su casa en Palmdale en la madrugada supuestamente a visitar a una ex novia en Ontario pero tras varias horas, llamó para pedir que le mandaran dinero porque se había quedado sin gasolina y estaba perdido.
"Estaba muy tomado. Pero hablé con testigos en el supermercado y me dijeron que él no hizo nada. Que simplemente no le dieron tiempo de reaccionar. Y le dispararon", dijo su hermano, quien indicó que la familia está destrozada. "Creemos que hay que investigar, aquí no todo está claro".
Sus allegados indican que el arma que llevaba era sólo una pistola de aire comprimido que dispara balines. Ortiz no quiso confirmar este dato. "No tengo comentarios", dijo, agregando que la policía "ya investigó el incidente y se declaró justificado. Ahora está en manos del fiscal de San Bernardino".
Yadira Badía, quien se identificó como la novia de Salgado durante los últimos seis años, dijo que él tenía muchos problemas.
"Creo que estaba en camino hacia la auto destrucción. Bebía durante días, fumaba constantemente, pero llevaba el parche de nicotina para tratar de no fumar y tomaba Valium", afirma Badía. "Pero también era un hombre inteligente, al que le gustaba aprender, ir a la escuela y era buena persona".
En su página de Facebook, que inició a su regreso de Irak el pasado año, varios compañeros de estudios –estaba tomando cursos de periodismo en español en UCLA Extension- escribieron condolencias y repitieron las bondades del hombre que ellos conocieron.
"No hay palabras para describir lo que se siente perder a un amigo, más una persona como tú la cual podía platicar de todo, contarle todo y me aconsejaba, me regañabas", escribió Karla Rodríguez, quien estudió con él y era vecina en Palmdale. "Doy gracias a Dios porque me permitio conocerte y compartir contigo".
Salgado era salvadoreño de origen y admirador de los Raiders. El salón de su casa de Palmdale estaba completamente decorado con el negro y plata del equipo, era sociable y amable. Pero la imagen que pintan sus allegados sobre sus últimos días es la de un hombre deprimido, ahogado por el alcoholismo y dolores en la espalda de una lesión que sufrió en su último "tour" en Irak.
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